Medio: Articulo - Revista
Fecha: 16 de febrero
Lugar: Coroico

La Razón / Revista Escape / Vidas

Mahendra Das o “Sirviente y controlador supremo” y Vilasarawi Devi Dasi o “Reina de los pasatiempos” se casaron ante el Dios Vishnú.
Las cartas astrológicas decidieron la fecha y ellos, el lugar: Coroico.

Sábado 16 de febrero. 9.45. Con un mandil blanco puesto, Marcelo Castillo (35) corre de un lado a otro en la cocina antes de verter el arroz con frutas secas en una olla. En dos horas más, el hombre del largo mechón de cabello se casará.
Cielo nublado. El termómetro delata 20 grados centígrados en La Finca, un albergue ecoturístico en San Pedro de la Loma, a 35 minutos de Coroico, en los Yungas.
Marcelo, o Mahendra Das para la comunidad hindú Hare Krishna, prueba el arroz. “El banquete para mis invitados está casi listo”, suelta el chileno con alegría. Para esta ocasión especial, los novios preparan hasta la comida.
“Sirviente y controlador supremo” significa en sánscrito el nombre Mahendra Das. Así lo bautizó el líder espiritual Atulananda Das o “Siervo del éxtasis sin igual”. Ahora, Marcelo dejará su estatus de Brahmacharya (estudiante) para convertirse en un Gruhasthashram, o dueño de casa.
El ariqueño ha elegido La Paz y a Vanessa González (20) o Vilasarawi Devi Dasi, “Reina de los pasatiempos”, para celebrar una boda hinduista, una práctica social y religiosa que se remonta a la India desde hace 2.000 antes de Cristo.

De la cocina al altar
10.20. Marcelo degusta el jugo de durazno. “Aún está caliente, pero está rico”. Enseguida lleva al paladar el guiso de tomate. Desde temprano, el novio peló papas, cortó cebollas, molió almendras, tostó el arroz, escogió las frutas y preparó el postre: arroz con leche.
Dos ollas con sopa de verduras hirviendo provoca aún más calor en el ambiente de seis por diez metros donde se prepara el festín.
Mientras Marcelo alista el yogurt y las frutas, Vanessa o Vilasarawi, su novia, reza en su cuarto a la Diosa Madre y le pide felicidad.
“Somos devotos de Krishna, pero nos conocen como los Hare Krishna. Cantamos el Maha Mantra que significa: \'¡Oh mi señor! ¡Oh mi señor! Déjame ser instrumento de tu amor\'”, explica Marcelo.
La futura esposa se prepara toda la mañana; no debe aparecer ante el novio y menos ante los invitados. Mientras, Marcelo se dirige a su habitación para alistarse.
La aprobación del maestro
No fue el caso de Marcelo y Vanessa, pero en la India, el líder espiritual escogía la pareja. “En Asia, la práctica sigue. Ya no es lo más común, ahora preferimos que ellos elijan. Yo me puedo equivocar y ahí vendrían los problemas”, hecha con una sonrisa por medio, Atulananda o Aurelio Fernández, quien vino desde Chile para la boda.
En la antigüedad, la Princesa elegía entre un grupo de príncipes al afortunado al que le colocaba una guirnalda de flores. También hubo el matrimonio por secuestro, reservado a guerreros, pero éste tampoco es el caso de Marcelo, un ingeniero y Vanessa, administradora de un restaurante ecológico. Se enamoraron en Arica, donde decidieron casarse en Coroico, un lugar al que vinieron tres veces.
Cuando Marcelo determinó desposar a Vanessa, una de las primeras personas consultadas fue el maestro. Apelaron, además, a las cartas astrológicas que fijaron el día 16 de febrero para la ceremonia. En la cultura brahmánica, los primeros meses son los ideales, porque el planeta está más cerca del Sol y se recibe más energía.
11.20. Marcelo regresa a la cocina con una impecable túnica blanca (dhoti) y el largo mechón de cabello (zika) brilla más en su cabeza calva. En la frente y en otros 11 lugares del cuerpo lleva señales hechas con barro sagrado del río Ganges, India. Un símbolo de protección. La familia del futuro esposo ya se dirige a la casa de la novia.
El fuego que purifica todo
Integrantes del grupo de música devocional Sharty Sharty suben cantando hasta un verde campo abierto rodeado de árboles. Dos mridangas (tambores) y dos kártalas (platillos de mano) acompañan a los artistas. Detrás de ellos van los invitados, el novio y el gurú.
11.45. En el centro del campo se dibujó un círculo de seis metros y dentro de él, un cuadrado hecho de adobes. “Es el lugar consagrado a la Ceremonia del Fuego que purifica todo”, explica el Gurú.
Marcelo pasa al centro. A tres metros, el maestro se sienta en una silla reservada para él. El resto se acomoda alrededor, mientras un estudiante enciende una llama.
12.00. El culto comienza con el maha mantra: “Hare Krishna, Hara Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare, Hare Rama, Hara Rama, Rama Rama, Hare Hare”. Canta el gurú y los devotos responden: “Aquí me tienes haz lo que quieras conmigo/ ¡Qué grande es tu gracia Krishna con éste caído!”.
“Hari bol” o “Canta el nombre de dios” en sánscrito, es el saludo de todos los asistentes.
Vanessa, la novia, llega acompañada de otras \'madres\' —como se denomina a las mujeres— ataviada con una túnica o sari rojo, con bordados dorados y joyas. “Hari bol, Hari bol”, le saludan con una lluvia de pétalos blancos y rojos.
Vanessa alcanza a Marcelo en el círculo e intercambian guirnaldas de flores. La boda ha comenzado.
Una unión para siempre
12.50. El maestro se pone de pie y habla solemne ante 25 personas. “El matrimonio debe vivir del amor, por eso lo celebramos cerca al Fuego Sagrado que representa al Dios Supremo Vishnú”. Entonces, el gurú entrega dos sortijas a los novios. Marcelo coloca el anillo a su amada y viceversa. El líder pide al esposo cuidar de ella toda la vida y que nunca se separen. Es un decir, pues no existe la palabra divorcio en la cultura védica: las uniones son para siempre.
El sari de la novia y el dhoti del varón se atan como símbolo de la unión del corazón, el cuerpo y el alma. “Así estarán toda la vida”, exclama el maestro.
—“Vilasarawi, ¿acepta usted a Mahendra como esposo?”.
—“Sí, acepto a Mahendra”.
—“Mahendra, ¿acepta usted a Vilasarawi como su esposa?”.
— “Sí, acepto a Vilasarawi como mi esposa”.— No hay besos.
La ceremonia continúa. “Tomo tu mano por la felicidad. Tu corazón dentro del mío. Que Dios nos una”, dicen los novios. “Hari bol, Hari bol”, responde la gente.
“Te daré lo mejor de mí, espero recibir lo mejor de ti”, dice Vanessa. “Que nuestra unión sea emblema de paz y que sirva para alivio de los que sufren”, añade Marcelo.
Los novios, entonces, dan siete vueltas alrededor del Fuego Sagrado, que lo purifica todo.
Marcelo ata al cuello de su novia la Manglasutram, un collar. Esto le da a ella el estatus marital.
Un devoto, de los 10 que llegaron de Chile, regala a la pareja un libro envuelto en hojas. Se trata del preciado Bhagavad Gita, que explica la Ciencia del Alma.
Plátanos y mangos bendecidos por el fuego son repartidos. El sonido de tambores, platillos de mano y mantras invitan a bailar.
Para las 14.45, los recién casados corren de un lado a otro en la cocina, esta vez para servir el banquete vegetariano que prepararon para sus invitados. El ingrediente principal del preparado: el amor.
En la antigüedad, el Gurú escogía a la pareja. Ahora da su venia.
Los novios leen mantras y hacen votos para no separarse jamás.
Fotogalería
El maestro canta un mantra frente a Vilasarawi y Mahendra, los futuros esposos.

El fuego sagrado y el gurú Atulananda Das o “Siervo del éxtasis sin igual”. Un caracol con agua es repartido a los peregrinos antes de la ceremonia.
Al llegar, la novia Vanessa o Vilasarawi es recibida con pétalos de rosas.
Mahendra coloca una guirnalda de flores blancas y rojas a Vilasarawi.
Un devoto da de comer a los futuros esposos. Ellos deben compartir todo.
Durante tres veces, Vilasarawi y Mahendra intercambian sus guirnaldas.
El novio pinta una línea roja, señal de unión, en la frente de su amada.
Los enamorados sacan las sortijas cedidas por el gurú para luego ponerse.
Los peregrinos cantan y los recién casados dan siete vueltas al fuego.
Mahendra y Vilasarawi abren su regalo: es el libro de la Ciencia del Alma.
La ceremonia finaliza con bailes y mantras en torno al fuego sagrado.
Texto: Jorge Quispe • Fotos: Nicolás Quinteros

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